CARTAS DE AMOR DE GRANDES ESCRITORES
De Víctor Hugo (ROMANTICISMO FRANCÉS)
"Mi adorable y adorada,
Me he estado preguntando
si tal felicidad no es un sueño. Me parece que lo que siento no es terrenal.
Todavía no logro comprender este cielo sin nubes. Toda mi alma es tuya. Mi
Adele, por qué no hay otra palabra para esto aparte de ‘alegría’ ¿Es porque el discurso
humano no tiene el poder de expresar tanta felicidad? Temo que de repente
despierte de este sueño divino. ¡Oh! ¡Ahora eres mía! ¡Por fin eres mía!
Pronto, en unos meses, tal vez, mi ángel dormirá en mis brazos, despertará en
mis brazos, vivirá ahí. ¡Todos tus pensamientos, todo el tiempo, todas tus
miradas serán para mí; todos mis pensamientos, todo el tiempo, todas mis
miradas serán para ti!
Adiós, mi ángel, mi
amada Adele. ¡Adiós!
Todavía estoy lejos de
ti, pero puedo soñar contigo. Pronto, quizás, estarás a mi lado.
Adiós; perdón por el
delirio de tu esposo que te abraza y que te adora, tanto en esta vida como en
la otra".
De James Joyce (1882-1941)
"Tú eres mi amor. Me tiene completamente en tu poder. Sé y
siento que si en el futuro escribo algo bueno y noble debo hacerlo solo oyendo
las puertas de tu corazón. Me gustaría que mi vida transcurriera a tu lado,
hasta que nos convirtamos en un mismo ser que morirá cuando llegue el
momento".
De John Keats (ROMANTICISMO INGLÉS)
"Mi dulce Fanny,
¿Tú temes, a veces, que
yo no te quiera tanto como tú lo deseas? Mi querida niña, yo te quiero siempre
y sin reserva. Entre más te conozco más te quiero. De todas las formas
posibles, incluso mis celos han sido agonías de amor. Yo habría muerto por ti.
Tú siempre eres nueva. El último de tus besos siempre es el más dulce; la
última sonrisa, la más brillante; el último movimiento el más elegante.
Cuando pasaste por mi
ventana ayer, sentí tanta admiración como la primera vez que te vi. Incluso si
no me quisieras no podría evitar sentir una completa devoción hacia ti: así que
me siento profundamente enamorado al saber que me amas.
Mi mente ha sido las más
descontenta e inquieta y se ha puesto sobre un cuerpo demasiado pequeño. Nunca
había sentido que mi mente reposara con absoluta alegría, como me ocurrió
contigo. Cuando tú estás en el cuarto mis pensamientos nunca se van por la
ventana: tú siempre haces que todos mis sentidos se concentren".
De Goethe (ROMANTICISMO ALEMÁN)
"No puedo evitar
amarte más de lo que es bueno para mí. Me sentiré feliz hasta que te vea otra
vez. Siempre soy consciente de mi cercanía a ti, tu presencia nunca me deja.
Adiós a ti, a quien amo mil veces".
Charlotte
Brontë para su profesor, Constantin Héger:
“Monsieur, los pobres
no necesitan mucho para sostenerse. Piden solamente las migas que caen de la
mesa de los ricos. Pero si se les rechazan las migas mueren de hambre. Nadie
—ni yo—, necesita mucho afecto de aquellos que ama.
”No sabría qué hacer
con una amistad entera y completa, no estoy acostumbrada a ella. Pero usted me
demostró en otros tiempos un cierto interés, cuando era su alumna en Bruselas,
y me mantengo aferrada a ese poco interés.
”Me aferro a él como me
aferraría a la vida.”
De Mary Wollstonecraft
para William Godwin, (los padres de Mary Shelley):
“Si el goce de la
última noche pasada ha producido en tu salud el mismo efecto que en mi
semblante, entonces no tienes motivo para lamentar tu falta de resolución;
pocas veces he visto tanto fuego devorando mis facciones como cuando esta
mañana, al arreglarme el cabello, los recuerdos —muy gratos recuerdos— hicieron
aflorar el rubor del placer.”
ROUSSEAU:
JULIA O LA NUEVA ELOÍSA (Carta de Saint-Preux a Julia)
Todo me hacía
recordarla en esta estancia apacible; el atractivo encanto de la
naturaleza, la inalterable pureza del aire, las costumbres sencillas de los
habitantes y su equilibrada y segura sabiduría; todo lo que estimulaba
agradablemente mis ojos y mi corazón, me recordaba a la que mis ojos y mi
corazón no dejan de buscar. ¡Oh, Julia adorada!, me decía con ternura, ¡por qué
no pasaremos juntos unos días, en estos ignotos lugares, felices con nuestra
dicha y lejos de la mirada delos hombres! ¡No podría trasladarme todavía
alma a la tuya, y ser también, para ti, todo ¡el universo! ¡Belleza
adorada!, gozarías entonces del homenaje que mereces. ¡Delicias del amor!,
entonces nuestros corazones las gustarían sin cesar. Una larga y
dulce embriaguez nos dejaría ignorar el
paso del tiempo, y cuando al fin la edad hubiera calmado nuestros primeros
ardores, la costumbre de sentir juntos
dejaría paso a una no más tierna de amistad. (…)El correo
llega; tengo que terminarla carta y correr a recibir la suya. ¡Cómo
me late el corazón hasta que llegue ese momento! ¡Ay!, era feliz en mis
quimeras: mi felicidad huye con ellas; ¿Qué será de mí, en realidad?
Julia o La nueva Eloísa,
Rousseau