domingo, 27 de enero de 2019

ALUMNOS CREATIVOS II

Os dejo con la segunda entrega de las creciones de nuestros alumnos; en esta ocasión, elegimos un primer capítulo de la obra de Ruth Cohen, compañera de 3ºC. Si os gusta, os daré un buena noticia, podéis seguir leyendo más capítulos en el blog de la autora, KOARA- CHAN.


POR UNA MIRADA, UN MUNDO

Si te hablase de la magia, lo primero que se te pasaría por la cabeza sería un duende o una pequeña hada de los bosques, ¿no? Pero la magia no solo existe en criaturas del bosque, puede estar en cualquier parte, incluso en una mirada.

Aiko era una chica de 17 años, su pelo era negro como la noche, largo hasta la mitad de su espalda y liso; sus ojos de un color miel brillante que recordaban a dos estrellas brillando en el cielo. Vivía en un pequeño pueblo de Japón, tan pequeño que fue prácticamente borrado de los mapas, aunque también solía ir a Heikō cuando era necesario.


Todo parecía rutinario aquel día, se despertó temprano, se duchó y desayunó con Jin y Majime (sus compañeras de piso) para después ir a la escuela. A última hora tomaba apuntes mientras esperaba que la campana de clase sonase pronto, aunque no tuviese ningún lugar al que ir: no tenía a nadie a quien pudiese considerar su amigo, tampoco contaba con familia a la que acudir, pues nunca supo quiénes  eran sus padres; esa era quizá, la razón por la cual prefería estar sola. No podía parar de pensar cuánto duraría esta situación o si realmente existía un lugar al que ella perteneciese ¿Era esto todo lo que le deparaba la vida? De repente, el ruido del timbre de salida la distrajo de sus pensamientos.

-Esto es todo por hoy, podéis iros- dijo el profesor concluyendo la clase, Aiko solo recogió sus cosas y salió del aula con la mirada perdida hasta que algo llamó su atención, una risa. Estaba acostumbrada a escucharlas, sobretodo al finalizar el día, pero esa parecía completamente diferente a todas las que había escuchado antes, una risa tan sincera en una voz tan dulce. Casi como si fuese un hechizo, aquella chica de ojos que recuerdan a las infinitas estrellas del cielo giró su cabeza para ver a un chico de pelo ondulado y castaño como el chocolate, de ojos azules como el cielo en una mañana despejada. Este reía junto con un niño pequeño, apenas tardó unos segundos en sentir su mirada, así que comenzó a buscar con sus ojos, hasta que las miradas de ambos se cruzaron, Aiko quiso desviar su mirada, continuar su camino para volver a casa, alejarse de ese lugar… Pero cometió un error fatal que se lo impidió, ya le había mirado a los ojos. Y así fue como ambos quedaron atrapados en los ojos del otro. Tan solo esos instantes fueron necesarios para que ambos pudiesen reaccionar: el hechizo había terminado, pero la magia seguía ahí. Aquel chico respondió a su cruce de miradas con una sonrisa, pero Aiko era diferente, su miedo le obligó a huir y ella siguió su camino con su típica mirada perdida mientras escuchaba de fondo la voz del pequeño acompañante del muchacho -¡Jiro! ¿Quién era?- dijo este perplejo.

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