lunes, 23 de marzo de 2015

Seguimos con los relatos de 2ºA


Continuamos con vuestros relatos, en este caso la inquietante historia de Claudia Liñán. Espero  que disfrutéis de ella.

CAPÍTULO 1: MI IMAGINACIÓN


¿Qué es la amistad?, ¿y el amor?, creo que nadie lo sabe con exactitud. Me gustaría saber lo que sienten las personas cuando estoy con ellas, si quieren que me quede a su lado, si prefieren que me vaya a paseo… Pero por otro lado es mejor no saberlo, es decir, sabes que le caes mal a alguien y luego ¿qué haces?, ¿pasas de ella? o ¿haces como si nada?, es complicado elegir la opción correcta. A veces sin que yo quiera, me escondo en un lugar profundo de mi mente, en el que dejo todos los recuerdos atrás y solo pienso, pienso en todas las cosas que me han pasado, en todos esos lugares a los que fui de pequeña y que me gustaría volver a visitar… ¿no os ha sucedido que creéis que crecéis muy rápido y no os da tiempo a disfrutarlo todo? Pues a mí sí.
Me encanta estar yo sola en mi mundo, en el que sin saber nada puedo imaginar y fantasear sobre todas las personas que veo por la calle. Deberíais probarlo si aún no lo habéis hecho. Una vez me encontraba andando de camino a mi casa, cuando observo de lejos a una señora de avanzada edad paseando con su perro. Me detengo y automáticamente me alojé en mi cabeza, esa mujer, que era una profesora de literatura, era feliz junto con su marido, un piloto de avión retirado, y también con su perro, Lucky.
Salí de mi mente y volví a posar mi vista en esa mujer con su perro, pero era demasiado tarde, desgraciadamente se habían ido. Me sorprende bastante mi capacidad de crear esas historias semejantes, creo que como siga a así me volveré loca, sí, mucho más de lo que estoy ahora.
De repente abro los ojos y me encuentro con la mirada de una de mis mejores amigas, Loretto, no me había dado cuenta que sigo en clase, vaya… ¡¡¡qué fastidio!!! Pero realmente no me puedo quejar, la clase de Naturales es una de mis asignaturas favoritas, los temas no son largos, es fácil de estudiar, la profesora subraya poco, etc. Si no hubiera exámenes sería la mejor materia del mundo, que digo del mundo, ¡del universo!
Siento un codazo en mi barriga y salgo de mis pensamientos, Bel había vuelto del baño y creo que sabía dónde me había vuelto a meter. ¿Pero qué hago si mi cabeza ejerce mayor fuerza gravitatoria que mi cuerpo?, es como si me pongo a comparar si me gusta más ponerme a estudiar con el libro de Sociales o echarme en la cama a ver la tele o a dormir, en los dos casos la cama es la que gana con una mayoría aplastante.
Escucho el timbre de clase, ¡cómo te echo de menos Lidia! Recojo mis cosas lo más rápido que me es posible y me despido de mis amigas. Salgo de esa cárcel infernal llamada “instituto” y paso de camino a mi casa por el Bosque de las Flores. Además de adentrarme en mi cabeza, ese bosque es uno de mis lugares favoritos, ya que muy pocas personas se paran a admirar su belleza y por lo cual, el silencio es uno de los atributos de los que más destacan de ahí.
Como todos los días que vuelvo a casa, paso por un caminito que recorre dicho campo hacia la otra punta.
Mientras camino, puedo observar una hermosa flor, no sé con certeza qué tipo de flor es, pero me encanta, incluso podría pegársela a Lidia en su portada. Paro de caminar, me acerco y con suma delicadeza le pego un pequeño tirón de raíz. La tengo entre mis manos y parece que de cerca es mucho más bonita… ¿Pero qué me está pasando?, ¿por qué me duele la cabeza? No me puedo mover, estoy asustada. Jadeo e intento gritar, pedir algo de ayuda, pero me es imposible…



CAPÍTULO 2: LA NIÑA

Tengo los ojos cerrados, no quiero abrirlos, pero no sé por qué no debo hacerlo. Tampoco lo dije antes, pero no es la primera vez que me pasa. Cada vez que me imagino algo sobre las personas me ocurre esto, pero siempre porque quiero yo. Sin embargo, esto es diferente puesto que no hay nadie. Mi curiosidad me mata y aunque no deba, mis ojos parece que no saben eso. Es diferente a lo que me suele pasar, normalmente mi mente crea ese tipo de cosas en una oscuridad absoluta, pero ahora, lo puedo ver todo… ¡Es increíble, estoy en el bosque de las Flores!
¿Pero yo no estaba ya ahí?, y esa chica de allí, ¿soy yo?, creo que sí. Vale, mi mente me está jugando una mala pasada, tiene que ser eso. Pero, de repente, algo llama mi atención. Detrás de mi otra yo hay una niña… ¡Oh, dios mío, un hombre está intentando abusar de ella! Voy corriendo hasta la escena y parece que no me pueden ver, pero tampoco los puedo tocar y no entiendo el por qué. Nerviosa, así es como me encuentro por no poder ayudar. No entiendo lo que sucede, pero me da por mirar mi reloj, son las tres y cinco. No sabéis lo que me gustaría poder atrasar el tiempo y salvar a esa pequeña e indefensa niña, por lo que recurro a lo que más me gusta hacer cuando estoy nerviosa, vuelvo a adentrarme en mi cabeza…





                                                                                   
CAPÍTULO 3: ESTOY BIEN


Escucho que suena el timbre de salida, un momento… ¿el timbre de salida? Todo era un sueño, un maldito sueño que parecía de verdad. Levanto la vista y veo que Loretto y Bel se me han quedado mirando raro y para que no crean que me estoy volviendo loca (que sí, por cierto), les digo que estoy bien.
 Cuando me quise dar cuenta, ya me encontraba recogiendo mis cosas del instituto. Iba a meter el libro de lengua, por lo que abro la cremallera y…. ¿esa flor no era la del sueño?

CAPÍTULO 4: GRACIAS

Por supuesto que era la de mi sueño, ¿pero que hace dentro de mi mochila? Ahhh, ya se lo que pasa, la habré cogido cuando venía de camino al insti, estoy segura a un 66,5%. Cojo la flor y la pego en Lidia, pero antes de hacerlo le cuento todo lo que me había pasado en mi sueño. Creo que no os lo conté antes, pero Lidia es como mi diario, en donde escribo sobre las cosas raras que me imagino de la gente.
Justo como pasó en aquel sueño, salgo del instituto y me adentro en el bosque de las Flores. Son las tres menos cinco y busco con impaciencia a la chica que me imaginé antes. Pero claro, eso solo era una fantas s s s s i  i i a a a… ¡he visto a la chica y son las tres en punto! Con una rapidez con la que mi profesora de educación física me hubiera puesto un diez, corro en su dirección y me la llevo detrás de unos arbustos. La miro y sé que está asustada de mí, ¡pero la he salvado!,  bueno… eso creo.
Le digo que no pasa nada y que se esté quieta y sorprendentemente me hace caso. Ya han pasado 5 minutos y no veo al hombre pero no me muevo de mi sitio por si acaso. Cuando ya creo que ha pasado el peligro, la niña y yo salimos del escondite. ¡Qué alegría de que no haya nadie!
De repente, la niña se me acerca y dice:
-Gracias por salvarme, había un señor que me estaba siguiendo y tenía miedo.

Me quedo como una estatua, pero le contesto:
 -De nada….

Como no digo nada más, responde:
-Soy Lidia.

Me suena todo lo que me está contando, pero sigo la conversación con mi voz temblorosa:
-Encantada Lidia, ¿Qué hacías aquí tú solita?

Seguimos hablando un poco más hasta que me acuerdo que tengo que volver a casa. Nos despedimos y, cuando estoy a algunos metros de ella, me grita:

-Gracias de nuevo por salvarme y por la flor tan bonita, nos veremos pronto ,Mar…

Estoy asustada de nuevo, no le he dado ninguna flor, tampoco le dije mi nombre. Me doy la vuelta y, como dije antes, no hay nadie…



EPÍLOGO:

Es increíble que ya haya pasado 40 años de lo sucedido. No me quedé bien, claro está. Les pedí ayuda a mis padres y lo primero que se les ocurrió fue meterme en un manicomio, pero para ellos es “una casa de cuidados especiales para personas especiales”. Tengo 66 años y prácticamente no tengo familia ya que no he salido de aquí y mis padres murieron hace mucho tiempo. Nunca supe con seguridad que la soledad resultaba tan vacía y desoladora. Ahora, en mi lecho de muerte, me doy cuenta. Dirijo mi vista hacia mi mesita de noche y me encuentro con Lidia. No pude deshacerme de ella, así que hice como si nada y me la llevé conmigo para seguir contándole mis ocurrencias. En su portada sigue la flor, aquella florecilla trajo a mi memoria todo lo que me ha pasado hasta venir aquí y el por qué.
Sin embargo todo en la vida tiene sus motivos y lo único que me queda por hacer es adelantar mi final; por lo que cierro mis ojos, me adentro en mi mente, me coloco bien la cuerda al cuello y salto de la silla con la única fuerza que me queda para poder alcanzar mi paz eterna.


Fin

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