TEXTO 2
Se sentía solo, pero en modo alguno triste. Era una
sensación muy parecida a la que había experimentado en París, la víspera de
Navidad, la sensación de que toda la gente le estuviera observando, como si el
mundo entero fuese su público, una sensación que le hacía estar constantemente
en guardia, ya que una equivocación hubiera sido catastrófica. Y, con todo,
estaba absolutamente seguro de que no comete ninguna equivocación, y ello
sumerja su existencia en una atmósfera peculiar y deliciosa de pureza, igual
que la que probablemente sentiría un gran actor al salir al escenario a
interpretar un papel importante con la convicción de que nadie podía
interpretar mejor que él. Era él mismo y, sin embargo, no lo era. Se sentía
inocente y libre, pese a que, de un modo consciente, planeaba cada uno de sus
actos. Pero ya no sentía cansancio después de varias horas de fingir, como le
había sucedido al principio. No tenía necesidad de relajarse cuando estaba a
solas. Desde que se levantaba y entraba a cepillarse los dientes en el baño, él
era Dickie, cepillándose los dientes con el brazo derecho doblado en ángulo
recto, Dickie haciendo girar con la cucharilla los restos del huevo pasado por
agua que tomaba para desayunar. Dickie, que, invariablemente, volvía a guardar
en el armario la primera corbata que había sacado, poniéndose otra en su lugar.
Incluso había pintado un cuadro al estilo de Dickie.
PATRICIA HIGHSMITH. El talento de Mr. Ripley.
2. Indica el tema del fragmento.
3. Analiza los recursos expresivos empleados.
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