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martes, 25 de octubre de 2022

UN REPASO DE MIEDO




LEE A CONTINUACIÓN LOS SIGUIENTES TEXTOS. JUSTIFICA EL SUBGÉNERO NARRATIVO AL QUE PERTENECEN.

TEXTO 1:
Se cuenta que en un poblado de Querétaro vivió un adinerado hacendado que era amante de la charrería, su fortuna se debía gracias a que había cometido todo tipo de atrocidades para poder conseguirla.

Por esta razón, al morir el hombre, vaga por los alrededores del pueblo, se sabe que un sacerdote le hizo frente al charro negro y este aceptó la confesión, pero sus pecados eran tan grandes que la absolución no fue suficiente.

Se dice que nunca hay que subirse a su caballo, pues quienes lo hagan desaparecerán para siempre ; ya son muchas las almas arrebatadas; en cambio, quien logre ignorarlo no volverá a verlo. Algunos ancianos cuentan que al llegar a una iglesia, el charro negro se despide cortésmente y desaparece.


TEXTO 2:

Se dice que hace algunos años habitaba en un castillo de Europa un malvada bruja, al parecer era tan poderosa que a todas partes del mundo podía hacer llegar sus embrujos.

La bruja sabía que los libros significaban progreso y libertad para la gente, y por lo tanto no concedía la posibilidad de que el pueblo se acercara a la lectura. Para lograr su cometido le daba a su dragón todos los libros existentes para que se los comiera. La astuta bruja tenía miedo de que la gente supiera más que ella, que aprendiese a pensar y que de esta forma se levantaran en su contra y la despojaran de su poder.

Así pasó el tiempo y las personas poco a poco se olvidaron de leer y pensar por sí mismos. Los niños se comunicaban únicamente a través de señas y sin la más mínima idea de lo que eran las palabras y su significado. Nadie les enseñaba a leer.


El dragón de la terrible bruja observaba tristemente lo que pasaba con la gente. Así que un buen día tomó una importante decisión: luchar contra la bruja y devolverle a los hombres el don de la sabiduría. Frente a la bruja el dragón abrió su boca decidido a expulsar un gran llamarada de fuego, pero tal fue su sorpresa que al intentarlo no logró su cometido. El pobrecillo solo expulsaba palabras, de tantos libros que se había comido.


TEXTO 3:

"Una desapacible noche de noviembre contemplé el final de mis esfuerzos. Con una ansiedad rayana en la agonía, coloqué a mi alrededor los instrumentos que me iban a permitir infundir un hálito de vida a la cosa inerte que yacía a mis pies. Era ya la una de la madrugada; la lluvia golpeaba las ventanas sombríamente, y la vela casi se había consumido, cuando, a la mortecina luz de la llama, vi cómo la criatura abría sus ojos amarillentos y apagados. Respiró profundamente y un movimiento compulsivo sacudió su cuerpo."


 TEXTO 4:


Una hormiga vivía plácidamente en una montaña de azúcar. Otra hormiga vivía cerca de allí, en un montículo de sal. La hormiga que vivía en la montaña de azúcar vivía feliz, porque disfrutaba de un alimento muy dulce, mientras que la hormiga que vivía en la montaña de sal, siempre tenía una terrible sed después de comer.

Un día, la hormiga de la montaña de azúcar se acercó a la montaña de sal:

– ¡Hola, amiga!- le dijo.

– ¡Hola!- contestó extrañada la hormiga del montículo de sal- ¡Que bueno ver otra hormiga por aquí! Comenzaba a sentirme muy sola…

– Pues vivo muy cerca de aquí, en una montaña de azúcar.

– ¿Azúcar? ¿Y eso qué es?- preguntó extrañada la hormiga de la sal.

– ¿Nunca probaste el azúcar? ¡Te va a encantar! Si quieres, ven mañana a verme y te dejaré probar el azúcar.

– ¡Me parece una idea fantástica!- contestó intrigada la hormiga de la montaña de sal.
Las dos hormigas: La hormiga de la montaña de sal visita a la hormiga del azúcar

Al día siguiente, la hormiga del montículo de sal decidió aceptar la invitación de su vecina. Pero antes de partir, pensó en llevar en la boca un poco de sal, por si acaso el azúcar no le gustaba. Así tendría algo que comer.

Y después de andar un poco, enseguida descubrió la brillante montaña de azúcar. En lo más alto, estaba su vecina.

– ¡Que bueno que viniste, amiga! Sube, que quiero que pruebes el sabor del azúcar.

– ¡De acuerdo!- contestó la hormiga de la sal.

Una vez arriba, la hormiga vecina le ofreció un poco de azúcar, pero como ella tenía sal en la boca, el azúcar le supo a sal.

– ¡Vaya, qué curioso!- dijo la hormiga de la sal- Resulta que tu azúcar sabe igual que mi sal. Debe ser lo mismo. Tú la llamas azúcar y yo la llamo sal.

– No puede ser- dijo extrañada la otra hormiga- Yo he probado la sal y no se parece en nada… A ver, abre la boca.

Entonces, la hormiga se dio cuenta de que tenía guardada sal en la boca.

– ¡Claro! ¡Ahora lo entiendo! Anda, escupe la sal y prueba de nuevo…

La otra hormiga obedeció y esta vez sí, el azúcar al fin le supo a azúcar.

– ¡Mmmmmm! ¡Deliciosa! ¡Es una maravilla!!- dijo la hormiga entusiasmada. Y se quedó a vivir con su nueva amiga, disfrutando del maravilloso y dulce sabor del azúcar.


Moraleja: «Si no te deshaces de aquello a lo que te aferras sin que te haga feliz, no podrás disfrutar de lo nuevo y darle una oportunidad para mejorar».




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