- Se basa en vivencias, en observaciones del autor.
- Se ofrecen cifras estadísticas que demuestran algo.
- Se utiliza un hecho concreto como representativo de lo que sucede.
- Se basa en motivos morales.
- Se sustenta en la creencia de que si algo es aceptado por la mayoría, no debe ser erróneo.
Ningún consumidor de tabaco reconocerá que el primer cigarrillo que se llevó a la boca le supo bien. Ni la primera, ni la segunda cajetilla. Al contrario, cuando se comienza a fumar, los primeros cigarrillos saben fatal y a menudo el mal sabor va acompañado de trastornos tales como el dolor de cabeza, vómitos, mareos, etc. Sin embargo, el niño o el adolescente, empeñado en introducirse en el rito de fumar, persiste con una constancia digna de mejor causa, hasta que se habitúa al tabaco. Si hemos escrito «rito» no es por casualidad. Porque fumar forma parte del ritual que le permite al adolescente, integrarse en el mundo de los adultos. Es decir, se cree, erróneamente, que al consumir unos gramos de nicotina, ya se es adulto.
De todos es conocido que el proceso de aprendizaje e integración social se funda en la imitación, lo más mimética posible, de las pautas de conducta del grupo al cual se desea pertenecer. Si los niños ven que papá y mamá fuman, que el violento héroe televisivo de turno fuma, que la «star» deslumbrante que lleva a los hombres de cabeza consume exóticos cigarrillos mientras expulsa el humo según un completo registro de insinuaciones más o menos provocativas, el niño y la niña irán locos por fumar. De nada sirve que al adolescente se le diga que el tabaco "hace daño", o que «fume con prudencia».Cuando uno tiene doce, catorce, dieciséis años, la prudencia suele interpretarse como sinónimo de pusilanimidad, sentimiento que además viene reforzado por la imagen carente de prudencia que los «héroes», artistas, etc. ofrecen.
La campaña contra el tabaco iniciada entendemos que debe reforzarse con toda una serie de medidas complementarias tendentes a desterrar una serie de mitos sobre el uso del tabaco, y estas medidas no son ni mucho menos de exclusiva competencia del Ministerio de Sanidad ni están en sus manos llevarlas a la práctica.
Es necesario que en la misma escuela, en los medios de comunicación,en la calle, se explique a todo el mundo que si un «héroe» fuma, su heroicidad no es fruto de la nicotina.
Conviene explicar que el rito social del tabaco, —cuando todavía no se ha caído en la adición patológica— esconde a menudo una pobreza gestual, una angustia de causas a veces profundas, un no-saber-qué-hacer, fruto de una personalidad nada brillante. Y el tabaco, lejos de solucionar esos problemas de la personalidad, los agrava.
Se ofrece un cigarrillo a una persona que te acaban de presentar porque así se establece una «comunicación» con la misma. Es triste, pero si se le ofrece un caramelo o un poema mecanografiado en un folio, te pueden tomar por un infantiloide o por un loco. En definitiva, la gente fuma por las más variopintas razones, pero muy pocos saben por qué lo hacen. Lo sepan o no, quien sí paga las consecuencias sistemáticamente es el organismo.
La campaña contra el tabaco ha comenzado. Es de esperar que dé resultados positivos. Pero insistimos, respetando el derecho que todo el mundo tiene a optar por cualquier forma lenta de suicidio, ¿es necesario que desde la más temprana edad las personas comprendan que encender un cigarrillo es algo —aparte de peligroso— absolutamente banal, sin más historias.
- Indica de qué tipo de texto se trata y razona tu respuesta.
- Busca el significado de: pusilanimidad, patológica, infantiloide, variopinta, banal.
- Expresa por escrito tu opinión sobre el tema (15 líneas); debes emplear al menos dos tipos de argumentos diferentes ( a tu elección).
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