JANE AUSTEN ( 1775-1817)
Nacida en el seno de una familia de la burguesía agraria, escribió seis novelas en las que retrató el mundo social en el que se desarrolló su vida. En sus novelas nos encontramos protagonistas femeninas jóvenes que son analizadas con una agudeza psicológica exquisita. La autora continúa la tradición iniciada por Samuel Richardson y se convierte en una de las figuras más relevantes dentro de la novela sentimental.
Sus textos presentan los siguientes rasgos:
- El tema principal es el conflicto entre los sentimientos y la razón, entre el deseo y la realidad.
- Los personajes pertenecen a las clases medias. Las protagonistas no se adaptan a los estereotipos establecidos por la rígida sociedad inglesa de principios del XIX.
- La acción se desarrolla en la campiña inglesa, en un ambiente rural y provinciano.
- El desenlace suele ser muy similar: la protagonista contrae matrimonio.
SUS OBRAS:
- ORGULLO Y PREJUICIO ( publicada por primera vez en enero de 1813 de forma anónima)
«Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa».Con estas palabras da inicio una de las más brillantes obras de la novelista inglesa, en la que se nos cuenta los amores entre Elizabeth Bennet y Fitzwilliam Darcy, cargados respectivamente de prejuicios que les impiden estar juntos hasta el final de la novela.
Aquí tenéis dos vídeos de la adaptación cinematográfica realizada `por J.Wrigth en 2005.
Elinor y Marianne, las dos hermanas protagonistas de esta novela, experimentan y viven el amor de manera radicalmente opuesta. Mientras la primera actúa dominada por la prudencia, en la segunda prima la pasión.
Cada una de ellas tiene un modo diferente de enfrentarse a la vida: Elinor lo hace con seriedad y decoro mientras Marianne da rienda suelta a sus emocionantes.
(fragmento de la película de Ang Lee, de 1995)
Fragmento para analizar:
Sentido y
sensibilidad,
capítulo XII, JANE AUSTEN
A la mañana
siguiente, mientras Elinor y Marianne paseaban, esta última le contó algo a su
hermana que, a pesar de todo lo que sabía acerca de la imprudencia e
irreflexibilidad de Marianne, la sorprendió por la extravagante manera en que
testimoniaba ambas características. Marianne le dijo, con el mayor de los
placeres, que Willoughby le había regalado un caballo, uno que él mismo había
criado en sus propiedades de Somersetshire, pensado exactamente para ser
montado por una mujer. Sin tomar en cuenta que los planes de su madre no
contemplaban mantener un caballo -que, si fuera a cambiarlos, tendría que
comprar otra cabalgadura para el sirviente, mantener a un mozo para que lo montara
y, además, construir un establo para guardarlos-, no había vacilado en aceptar
el presente y se lo había contado a su hermana en medio de un éxtasis total.
-Piensa enviar a su
mozo de inmediato a Somersetshire para que lo traiga - agregó- y cuando llegue,
cabalgaremos todos los días. Lo compartirás conmigo. Imagínate, mi querida
Elinor, el placer de galopar en alguna de estas colinas.
No se mostró en absoluto deseosa de despertar
de un sueño tal de felicidad para admitir todas las tristes verdades de que
estaba rodeado, y durante algún tiempo rehusó someterse a ellas. En cuanto a un
sirviente adicional, el gasto sería una bagatela; estaba segura de que mamá
nunca lo objetaría, y cualquier caballo estaría bien para él; en todo caso,
siempre podría conseguir uno en la finca; y en lo referente al establo,
bastaría con cualquier cobertizo. Elinor se atrevió entonces a dudar de lo
apropiado de recibir tal presente de un hombre al que conocían tan poco, o al
menos desde hacía tan poco tiempo. Esto fue demasiado.
-Estás equivocada, Elinor -dijo
acaloradamente- al suponer que sé poco de Willoughby. Es cierto que no lo he
conocido durante mucho tiempo, pero me es más cercano que ninguna otra criatura
del mundo, excepto tú y mamá. No es el tiempo ni la ocasión los que determinan
la intimidad: es sólo el carácter, la disposición de las personas. Siete años
podrían no bastar para que dos seres se
conocieran bien, y siete días son
más que suficientes para otros. Me sentiría culpable de una mayor falta a las
convenciones si aceptara un caballo de mi hermano que recibiéndolo de
Willoughby. A John lo conozco muy poco, aunque hayamos vivido juntos durante
años; pero respecto de Willoughby, hace tiempo que me he formado una opinión.
Elinor pensó que era más sabio no seguir
tocando el punto. Conocía el temperamento de su hermana. Oponérsele en un tema
tan sensible sólo serviría para que se apegara más a su propia opinión.
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